Caracas, 10 de Marzo de 2001.
Estimado, Desconocido.
La presente es para informarle que tiene un hijo genial, pese a sus problemas
en la escuela y ese "no será nadie en el futuro" hoy en día es todo
un profesional. No gana mucho, tampoco tiene lujos ni carros costosos pero es
feliz. Hace más de treinta años usted decidió vivir en libertad y no miró atrás
mientras dejaba una familia sin un rol paterno, no lo critico. Más bien le
agradezco por todas esas veces que dejó esperando a su hijo en la ventana, aquellas
veces donde se le olvidó uno o dos cumpleaños. Tranquilo, por acá no se le
reprocha nada. Cada quien es libre de hacer de su vida un saco y meterse en él.
Su hijo quiere agradecerle por todos esos desplantes, detrás de cada uno de
ellos estaba una madre que hacia lo imposible por corregirlos y sacar una sonrisa a ese niño. No falto su abrazo el día del padre y menos su llamada en
navidad. Las personas crecen y entienden, él entiende que usted es un
desconocido. Conoce su cara, sí. Su forma de hablar y hasta de caminar, lo demás
han sido puros cuentos. Su abuela también echa muchos cuentos y la mayoría son
mentiras, tal vez usted también lo sea.
No se sienta mal, no es un mal padre. Eso es mucho adjetivo.
El rencor no ronda por aquí, la mujer que Dios escogió para ser su
madre es una mujer esplendida que usted no supo valorar. Ella nunca le enseñó
odio, más bien lo poco que conoce de su personalidad es gracias a
ella pero igual tiene dudas: ¿Cuál es su equipo favorito de fútbol? ¿Le gusta
el béisbol ¿Cree que alguna vez puedan jugarlo? Él sabe que sus preguntas se convertirán
en ecos vacíos y nadie responderá.
Tranquilo, desconocido. Sin rencor te doy las gracias por no estar, tal vez si hubieses
estado no fuera la persona que soy hoy.
Atte. Tu hijo.
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